Asociamos la palabra violencia a un término totalmente negativo, (aunque según estudios psicológicos todos somos algo violentos), lo que está claro es cómo tenemos que gestionar y tratar la violencia pero para ello, primero tenemos que saber cómo detectar esas señales de que estamos ante alguien violento o si nosotros mismos lo somos, según la psicología, no existe un tipo de personalidad violenta, ser violentos no es una característica de la persona como puede ser tímido, extrovertido, locuaz…lo que existen son conductas violentas, en general las personas que son violentas coinciden en tener determinadas conductas o comportamientos, por ejemplo son personas de fácil irritabilidad, saltan a la primera, y entran en bucles tóxicos de pensamientos, es decir, machacan en su mente algo que igual les ha ofendido o no les gusta hasta que generan en su cuerpo y su forma unas reacciones totalmente desaforadas, si una persona se queda días y días dándole vueltas a algo al final esos pensamientos negativos, van a generar conductas y comportamientos negativos, si algo nos ofende o no nos gusta lo mejor es pasar que se nos olvide. También son personas muy suspicaces, a todo le ven una intención, o más bien mala intención, tienen muchos prejuicios, por ejemplo, si un amigo ha hecho un comentario que a él/ella no le ha sentado bien, ya le busca “los tres piés al gato”, “lo ha dicho por mi, para ofenderme, es que mira lo que ha dicho…” y en definitiva todos estos comportamientos y conductas tienen su base en una inseguridad y baja autoestima.
Hay que diferenciar los dos tipos de violencia más claros, por un lado tenemos la violencia o agresividad impulsiva, que responde a impulsos emocionales no controlados, en la que se tienen conductas nocivas sobre todo verbales, de ataque) y en la que se reacciona así porque te sientes amenazado, y no tiene porqué ser verdad (y aunque lo fuera) habría otras maneras de gestionar eso no con ese tipo de respuestas, y otro tipo de agresividad o violencia es la planificada que es la que responde a tipologías del psicópata, violadores, bandas organizadas, sociópatas, (en esta 2ª parte sería la parte de psicología más clínica y la psiquiatría la que se haría cargo), desde la terapia y el coaching trabajamos con la primera, tratar el tema de la violencia, la agresividad es difícil porque a veces se parte que la persona no quiere tratarse, porque él o ella no lo ve así, el coaching, orientación, psicología para que haya un cambio, la persona tiene que estar suceptible al cambio, querer participar en ese cambio, pero si nos encontramos con el psicópata, sociópata, o con el TLP, (trastorno límite de la personalidad), son personas que nacen así y son así, y no tienen gestión ni control de sus emociones, no tienen empatía por el otro, no les afecta ni sufre el dolor y suelen ser personas que no quieren cambiar y es muy difícil.
El porqué se genera un carácter violento en la persona, tiene que ver por nuestra química lo que nos pasa por dentro, biológicamente se decía, que la violencia iba muy ligada a los niveles de testosterona, cosa que se ha demostrado que no es así porque hay muchos hombres y mujeres con niveles altos y no son violentos, actualmente la neurociencia aboga más bien por nuestro sistema neuronal, es decir, que nos pasa en nuestro cerebro, la parte del cerebro encargada de gestionar las emociones, es el hemisferio derecho, ahí tenemos la amígdala, una especie de botoncito que se activa cuando nuestros niveles de dopamina, seretonina, cortisol no son los adecuados, y esto nos hace estar estresados, deprimidos, sentirnos mal, tristes, si a esta parte se le une, que el lóbulo frontal que es la parte que rige nuestros comportamientos racionales, normas sociales, no funciona tampoco, digamos “hay como una especie de cortocircuito” es cuando se provoca un acción violenta (hay algo que me sienta mal, me duele, me entristece o simplemente no me gusta) y además no tengo el control de no hacer algo que no es correcto, por ejemplo cuando alguien nos cae fatal, no nos gusta como se comporta o lo que dice o que te ofende, esas personas que cuando se dan la vuelta dices “que asco me da, o lo mataba” bueno, pues es una sensación que podemos tener más o menos, pero evidentemente las personas que su lóbulo frontal funciona bien no hacen nada es decir entre lo que sientes o piensas y lo que haces hay un parón, lo que le ocurre al violento, agresivo es que no tiene ese control, no hay ese parón en el que dices bueno hasta aquí.
Por otro lado la violencia y la agresividad tiene un alto comportamiento educacional, es cierto que hay personas que son violentas en un ámbito y luego parecen personas amables, educadas, inteligentes y simpáticas y te sorprende que luego se descubra que tienen esas conductas, es que no es incompatible con todas esas características, pero si que es cierto que desde pequeños tenemos que inculcar que no se consiguen las cosas porque sí, siempre, y muchos menos con gritos, amenazas, rabietas, o malos modos. Hay que sentarse, poner límites, saber dialogar, como padres y profesores podemos conseguir que nuestros hijos o alumnos tengan un buen comportamiento, a través de la negociación, el diálogo, la paciencia, la constancia, repitiendo las acciones y sus consecuencias pero no perdiendo los nervios, gritando, hay que tener respeto hacía el menor, los niños aprenden las conductas que ven también.
Incluso se puede ser violento o agresivo con uno mismo, las personas que tienen trastorno límite de la personalidad se agreden, se autolesionan, como signo de escape a sus emociones (esto es algo que desde la orientación y el coaching no tratamos), lo que sí, esas personas que se autosabotean, es decir el tener un alto nivel de exigencia, ser demasiado autocrítico, esas personas que no hacen nada bien, o que dan demasiada vueltas a la cosas generando en sí reacciones físicas y mentales insanas, lo mejor es ser flexible, ceder, si algo no nos gusta no darle importancia y pasar, que no aguanto a esa persona pues la ignoro, machacarse a nivel mental es una manera de agresión también, y el no gustarse, no quererse así mismo también, y deriva en patologías mucho más serias, como trastornos alimenticios. Etc…(tema también de psicología y psiquiatría no del coaching).
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