Niño interior
22nov

Cuando somos pequeños aunque somos seres vulnerables, y dependientes en muchos aspectos es increíble como nos retamos, como resolvemos situaciones que con más edad nos causarían miedo, rechazo, confusión, por el contrario cuando somos niños  nos reímos, buscamos soluciones, creamos nuevas situaciones, inventamos con tal de salir airosos de esa situación y conforme vamos creciendo estas capacidades merman porque estamos condicionados, por el aprendizaje, la cultura, lo que vemos… que pena que esas capacidades las vayamos perdiendo conforme vamos siendo mayores. Cuando somos pequeños, estamos formando nuestros pensamientos y nuestras creencias pero estamos vírgenes en ese sentido estamos llenos de  inocencia que es una de las armas más fuertes que existe,  porque no te limita.

A lo que os invita esta publicación es que de vez en cuando recuperemos esa inocencia propia de esos tiempos,  que volvamos a  ser niños, sacar a la luz ese niño interior que nunca nos ha abandonado y que de hecho suele salir de nuevo en nuestra vejez cuando ya nada nos importa porque sabemos que tenemos los días contados, ese niño interior se refiere sacar a la luz esa alegría, esa sonrisa, recuperar la ilusión, tu capacidad de desenfadarte, ampliar tus ganas de soñar, preocuparte realmente por las cosas que valen la pena, dar la importancia justa a las cosas, amar por el placer de amar, el compartir por diversión sin esperar nada a cambio, es aquello que realizas con todo tu ser.

¿Qué tendríamos que hacer entonces para cada día, sacar un poquito de ese niño interior y no esperar a ser ancianos para hacerlo?

Mirar hacia dentro,  sentirnos, conocernos, ahondar en nosotros hasta llegar a esa parte más pura, imagínate como un ser no contaminado, sentir al niño interior es pararse, respirar y descubrir qué sientes, qué quieres realmente, luchar por lo que quiere tu corazón, por tu integridad, por tu alegría, tu humanidad, tu inocencia, tu sonrisa, tus ganas de reír, de compartir, de amar y de crear. Y cada día hacer algo para que eso sea así, podemos seguir como un protocolo de actuación.

1. Sal de tu zona de confort, es decir, aventúrate, desafíate, prueba cosas nuevas, no te conformes y dirígete a aquello que quieres conseguir, recuerda, ¿Qué hace un niño cuando quiere algo? Va a por ello, lucha por ello, pelea por ello, pues apliquémonos el cuento.

2. No tengas límites, elimina miedos, prejuicios, barreras, creencias, aprendizajes que nos limitan, barre todo eso de tu mente y disponte a tener una mente limpia y nueva.

3. Ríe y llora, sin pudor, proponte reír a diario, sonreír, vivir de forma divertida y con humor, sácale la chipa a la vida, y cuando algo te desborde, exprésalo también, ¿Qué hacen los niños/as cuando algo les gusta o cuando algo no les gusta? Lo manifiestan, eso es, no guardarnos nada si hay algo que te va bien dilo, cógelo y si algo te aturde te va mal dilo también manifiéstalo.

4. No dejes de crear, cultiva tu imaginación, sueña y crea, eso hacen los pequeños, ellos lo creen y así lo crean podemos seguir intentando hacer lo mismo en muchas áreas de nuestra vida a ver que resultados obtenemos seguro que más que si nos quedamos quietos.

5. Realiza tareas liberadoras, pinta, baila, canta, salta, imita, libera tensiones poniendo estos actos en tus días, te reirás, te sentirás mejor y sobre todo seguro que haces también agradable el día a los demás.

6. Da la importancia justa a las cosas, ¿cuánto le dura un enfado a un niño? Minutos? Pues así deberíamos actuar, ¿para que estar todo el día pensando en lo mismo o dándole vueltas a un asunto que sólo hace ponernos peor? Cambiamos de tercio y a otra cosa.

 Y tú, hoy 20 de Noviembre, Día mundial de la Infancia ¿que vas hacer para alimentar tu niño interior?

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